THANKS TO IMPROVISE
El discurso realizado por Leonard Cohen al recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011 dice mucho de un verdadero improvisador.
Durante el discurso, se hace referencia a los seis acordes que un día le enseñó un guitarrista español en Montreal. En esos seis acordes basó toda su música, hasta su último día, y en esos mismos seis acordes quiero apoyar la melodía de la improvisación.
El primer acorde es hacer uso de nuestra experiencia más reciente: narrar lo ocurrido esa misma mañana, por ejemplo, hace ganar tiempo sobre nuestra explicación en el caso de haber perdido el hilo, y al mismo tiempo, hace de ese momento algo más personal.
Nuestro segundo acorde será el uso de la repetición, porque su impregnación en nuestras palabras en el momento adecuado hacen de nuestro mensaje una continuación constante de información, resaltando aquello que hay que valorar más.
Llegando al tercer acorde de nuestra guitarra de la improvisación nos encontramos el uso de la empatía con el público: las preguntas en las que todos los presentes nos podemos ver involucrados hacen que el camino de nuestra intervención no solo sea el de escuchar al orador, sino también un recorrido mutuo por el placer de la palabra.
El cuarto acorde es esencial para que nuestra intervención no se vea interrumpida por un silencio que nos haga perder la música de nuestra composición la búsqueda de la complacencia. Leonard Cohen supo sacar al público en su discurso de los raíles clásicos de un speech, transmitiendo una historia que enaltecía el orgullo de cualquiera que le escuchara, regalando así unas palabras que descoloraron a cualquiera, pero que hicieron de la sonrisa el aplauso mudo más valorado.
A nuestro público hay que cuidarlo, creando un sentimiento común con relación al camino de nuestro discurso, lo que ayuda a fortalecer la unión entre el emisor y el receptor del mensaje.
Estamos ya casi acabando, y me gustaría transcribir una de las frases iniciales de su discurso, que él mismo avisa que será improvisado, porque con unas pocas palabras le bastará para expresar lo que siente:
“Pasé despierto toda la noche preguntándome qué podía decir en esta augusta asamblea, después de haber comido todo el chocolate y los cacahuetes del minibar, garabateé algunas palabras”.
Estas palabras muestran la humildad y el respeto ante el riesgo de hablar en público, conocer la posibilidad de fallar. Hacerse eco de ella te ayuda a que el público entienda la posibilidad de error y enmiendo, creando así una imagen más humana. Bonito quinto acorde.
Nuestro último y sexto acorde lo dedicamos a los atrevidos con el arte de la improvisación, aquellos conocedores de que un simple desajuste podría acabar con todo, haciendo de este autoexamen una verdadera demostración de sus límites, es decir, ninguno. Estas últimas palabras se las dejo al maestro Cohen, pues jamás encontraría mejor forma:
“Si alguien va a expresar la grande e inevitable caída que nos espera a todos, debe hacerlo dentro de los estrictos límites de la dignidad y la belleza.”
Dedicado al guitarrista de los 6 acordes.
Gracias por enseñarle a improvisar.