Secretos del sistema educativo
Esta semana tuve la oportunidad de averiguar uno de los grandes secretos del sistema educativo, la comunicación profesor-alumno.
Nos encontramos ante un sistema que trata de cubrir las necesidades que se supone que los estudiantes de hoy necesitan para el mañana. También se supone que todos los profesores del sistema educativo tienen habilidades comunicativas para transmitir, involucrar y ayudar a crecer a todos aquellos alumnos que pasan por sus clases, sin olvidar la motivación necesaria para la conexión profesor-alumno.
¿Cuál fue mi sorpresa?
Que existe un mundo dividido entre la concepción de comunicación entendida por los profesores y por los estudiantes. Claramente, este análisis no trata de generalizar cuál es la postura de todos ellos, pero no debemos olvidar que en la educación ha de existir reciprocidad. Esta reciprocidad es la que nos puede ayudar a que un alumno se motive, se implique en su propia formación y entienda que el profesor es un conductor de conocimiento y no un libro parlante. Debemos conocer por qué los alumnos desconectan desde el minuto 1 de partido, por qué los estudiantes no tienen más afán de conocimiento tras una clase que debería dejarles con las ganas de conocer más y, ante todo, incentivarles a que expongan sus dudas y no se pierdan en un mar de cuestiones sin resolver.
Este experimento me permitió conocer cómo definen los profesores la palabra comunicación, y a continuación expondré los conceptos que más me llamaron la atención: entender (o hacerse entender), ir más allá, difundir e información. Educar no es solo transmitir una información, es despertar el interés, involucrar al alumno, indagar qué aspectos pueden ofrecerles un reto y ayudarles a descubrir que, con sus dudas, construimos una base más sólida de conocimiento.
Por otro lado, pregunté a alumnos que recientemente pasaron por la escuela y están en sus primeros años de universidad cómo definían la comunicación: enamorar, cultura, unión, oportunidad, magia y simplicidad entre muchas otras. Los conceptos que escribieron definen la comunicación como un conductor de sensaciones, emociones, intereses y experiencias que esperan vivir desde sus asientos.
Analizados los dos grupos, podemos concebir que las expectativas de un lugar y otro de la educación son muy dispares. Encontrarnos con alumnos que esperan magia, oportunidades y simplicidad, reciben información, difusión y conocimientos que se quieren hacer entender, mostrando una desconexión directa entre los elementos esenciales de la educación. Podemos decir que existe un océano entre ambos, debiendo ser la comunicación el puente entre ellos.
Probablemente escuchar antes de enseñar nos ayude a conocer los pasos a seguir para que los alumnos muestren pasión por lo que empiezan a conocer y se ilusionen por lo que está por llegar. La educación es la llave de cerraduras que están por abrirse y conocer nuevas experiencias que nos hagan crecer; pero debemos empezar a utilizar llaves nuevas que abran cerraduras con facilidad y nos inviten a vivir la experiencia de la educación como protagonistas de esta.
Enseñar sin pasión es morir en el aula, pero peor es esperar con pasión lo que nunca llegará. Las expectativas de nuestros alumnos son las metas de nuestros profesores, es el momento de observar y analizar qué esperan y sorprenderlos.
Porque el mero hecho de estar sentado en un pupitre es un acto de interés, no les ayudemos a que se convierta en un mero trámite e invitémosles a los retos y sorpresas que la educación esconde.
Manuel Morey Vives