Atril
«Buenos días, me llamo Manuel Morey, y como introductor de [….]».
Esta coletilla, que se repite en mi cabeza, se repitió varias veces en mi época como debatiente y quiero repetirla una vez más. Todos sabemos que hablar en público es una asignatura pendiente, que desde Usa la Palabra Formación miramos de enmendar, con el fin de transmitir una herramienta tan necesaria tanto en nuestro presente, como en nuestro futuro.
Uno de los motivos más complicados a la hora de empezar a trabajar esta faceta es habilitar el espacio en el que hablaremos, para hacerlo confortable. Aquí aparece mi querido atril, herramienta indispensable para danzar como cual vals a la hora de interpretar tu idea hacia el público presente. Es simplemente el objeto que puede servirte de acomodo, como de estorbo para ello: el mejor consejo es saber tratarlo con el respeto que se merece. Como vemos cada vez más, la persona más insegura se aferra a éste, como de cual madero en un naufragio, transmitiendo una sensación poco fiable del orador hacia el oyente.
Por ello, recomiendo que si existe la posibilidad de desplazarlo, aplique cualquiera de los dos siguientes métodos para que se convierta en un elemento más de su intervención. En primer lugar, debemos situarlo en el centro del escenario. A continuación, utilizar unas de las dos técnicas clásicas. Puede ser la triangular, es decir, desarrollar nuestra exposición en tres vértices, intentando siempre al final conseguir acabar frente al atril. Por otra parte nos encontramos con una segunda estrategia, la que se conforma en forma de rombo, por la cual empezamos tras el atril, sopesamos uno de nuestros argumentos en los extremos (de ese rombo imaginario que rodea este elemento de apoyo), y por último acabar al frente.
Nos preguntaremos el motivo de acabar al frente, y su respuesta es sencilla: ser valientes con nuestras ideas, hará que sea valiente nuestro mensaje.
Por eso, no dudéis en disfrutar de esta oportunidad de desplazarse en el escenario, utilizad el atril como mero complemento, y si os sentís con el atrevimiento suficiente, desterradlo de vuestra arena, mostrad el dominio que vuestro cuerpo tiene sobre el escenario y la fortaleza que una persona puede mostrar, ante un público atento a sus ideas.
Hacerse fuerte en el escenario, es hacer aún más fuertes nuestras ideas.